miércoles, 26 de junio de 2013

Medusas y Pinchazos by Miguel Bonilla


Eran los principales miedos que como novato que afrontaba en éste primer triatlón.

Realmente, hasta que no te ves comprometido a afrontar este reto, hay preguntas que no te las planteas, pero que surgen como setas en cuanto todo toma cuerpo: la fecha, las características de la prueba, el lugar, tus limitaciones atléticas..todo ello se convierte en una larguísima fuente de dudas y cuestiones que intentas resolver preguntando a los compis, navegando por foros, usando el sentido común.

Llegamos así, mi inseparable Marina y yo, a Almerimar con lógicos nervios ante mi primera prueba triple.

Pensaba para mi mismo que ya tocaba enfrentarse a un triatlón, después de tener la suerte de formar parte de #TheClub. En seguida vi que la mayoría de los compañer@s son gente muy experimentada, con ironmans, incluso varios, a las espaldas, y yo de momento no había pasado de varias carreras a pie, un duatlon sprint hace un año y pare usted de contar. Realmente me había metido en un grupo de nivel, más del que imaginaba.

Desde que decidí dar el paso adelante con éste deporte había planeado hacerlo de menos a más: carreras, duatlones, y poco a poco sprints, olímpicos, y a partir de ahí ya se vería...

Sin embargo, el no disponer aún de bici de carrera (pepino jeje) y no poder comprarla de inmediato, había frenado mi “calendarización”. Así que pronto asumí que este primer año cómo clubber no pasaría de una progresiva adaptación física a los esfuerzos largos...sin ni siquiera plantearme algo más allá de un duatlón, o alguna prueba de ultrarresistencia, como la Subida a Pie al Veleta. Además, si en la carrera a pie medio me defiendo, y en la bici soy neófito, el tema de la natación en aguas abiertas me resulta psicológicamente duro de enfrentar.. no me caracterizo por estar a gusto en el agua...

De todos modos, si algo he aprendido en los últimos años es que la distancia entre lo que deseamos y tenemos, es casi siempre más una barrera mental que física o financiera. Si realmente quieres algo, encontrarás la forma de llegar a ello; por eso, cuando Roberto comentó su interés por hacer el TRAIL de Almerimar hace algo más de un mes, y exploré la prueba triatlética, se me abrió de golpe el cielo: 500 metros de natación, 24 de bici en un perfil sencillo y una carrera a pie bastante dura, pero ya entrenada suficientemente.

Era el triatlón de estreno ideal para mí: una natación que difícilmente podía ser más corta, un segmento de bici asequible y una carrera donde intentar darlo todo. Me tiré a la piscina y me inscribí.

Faltaba algo más de un mes y no había tocado ni el agua ni la bici, tan solo estaba inmerso en la preparación de la subida a la sierra, así que me puse manos a la obra para intentar adaptar mi cuerpo lo mejor posible a la variedad del esfuerzo.

Durante este mes previo intenté, simplemente, aclimatarme al agua: familiarizarme con el medio, nadar de seguido unos cuantos cientos de metros, intentar asimilar un poco la técnica de brazada y respiratoria, y poco más... no había tiempo para nada más.

La bici de montaña estaba arramblada desde el verano pasado en el trastero y mis piernas se habían olvidado de esas propiocepciones, mis músculos se sentían extraños. Solo confiaba un poco en mi carrera, nada más.

Así que me presento en la salida novato absoluto en el agua, cuasinovato en bici, y principiante en el running.

Una vez en Almerimar, nos acercamos Marina y yo la tarde antes a ver la zona de transición y el circuito del agua y vemos, como ya sabíamos, que es en el puerto; agua sucia, barcos de recreo... y más distancia a simple vista de la esperada. ¡No es lo mismo que tu horizonte natatorio se circunscriba a 25 metros que verlos todos seguidos uno detrás de otro!

A pesar de ser una distancia muy corta para los cánones triatleticos, a mi se me hace enorme y todo un reto superarlo rodeado de experimentados nadadores, luchando por hacerse sitio. Además, agua salada, suciedad, previsibles golpes, nadar con el mono (no lo había hecho todavía), ¿MEDUSAS....? no, no se veían.. con lo que me había preocupado yo!

También me preocupaba que la temperatura del agua pudiera afectarme a mi mínimo rendimiento natatorio: era de 18 grados. Mas tarde descubriría que al contrario, ¡me estimulaba y me hacia tirar hacia delante!

Llegamos con nervios y mucho respeto a la salida el domingo 23 con una temperatura ideal. Sabemos que venimos a un triatlón pequeño, y acudimos a la zona de transición a prepararlo todo. Por suerte no me he olvidado nada, y mientras van llegado los participantes...

¡Sorpresa! La competencia será pequeña, pero los participantes no; verdaderos atletas empiezan a rodearnos: finísimos, esculpidos, rebosando fortaleza física, con material de primera y totalmente determinados y seguros de si mismos. ¡¡Cuesta ver a alguien que se le asemeje a uno!! Rápidamente tomo conciencia de que soy carne de cañón, pero al mismo tiempo me tranquiliza. Yo a acabar y ya está..jajaja...agradezco los ánimos que en esos momentos me envían por wassap Juanan y Sonia :)

No pierdo la calma pues sé que es difícil que no termine, a pesar de que estamos hablando de un esfuerzo de tres horas. Se que esto no es mucho, pero hace poco más de un año no era capaz de correr de diez kms seguidos, y ahora asimilo la idea de un esfuerzo largo y sostenido con confianza. ¡Algo es algo! Me doy cuenta de que el mundo del triatlon es insospechadamente duro, no se ve hasta que se está dentro. ¡¡Y eso que estoy solo empezando!!

Poco a poco nos vamos agrupando al pie del muelle y somos unos 120. Alguna gente reconoce mi equipación y me preguntan por Gonzalo y Juanan (un tal Jose Antonio de Trigranada...¿¿¿os suena????). Me desean suerte y me dan consejos de corazón. Una chica, Puri, está aterrorizada ante el agua, y yo que previamente me he metido para coger confianza le doy ánimos...¡yo! Jajajaja...

El agua está fría, pero eso me pone de mala leche..voy a poder con ella. No se ve mas allá de un metro... mejor ,así no veo cosas indeseadas...medusas ni una claro...

Bajamos todos al agua con nervios. Es bonito ver gente experimentada con la emoción a flor de piel. Yo me siento superado por el acontecimiento y simplemente intento dejarme llevar por la ola a la que ya pertenezco... no hay marcha atrás. Me siento orgulloso de estar ahí, de bautizarme como triatleta. Siento los nervios y el temor de Marina, pero me muestro confiado. ¡Voy a poder! quiero medirme a ver hasta donde llego, quiero ser triatleta.

El tiempo se congela. La organización calienta el ambiente, sabemos que va a empezar algo especial. Nos miramos unos a otros y sentimos que la energía se va a desbordar en breves momentos...¡Salimos! Tengo suerte y no me doy con nadie..voy por la izquierda y mantengo el tipo con los demás...pero algo va mal.. no veo nada, y voy más deprisa de la cuenta, empieza a faltarme el aire y trago agua salada... ¡¡tranquilo Miguel!! ¿¿que pasa??..he salido demasiado deprisa por no descolgarme. Me doy cuenta de ello y hago una pequeña pausa a los 150 metros para resituarme y tomar aire. Siento algo de miedo pero intento controlarlo..estoy en medio del agua, ¡¡¡no puedo retirarme a los 150 metros!!!

Cojo aire y empiezo a nadar diferente mirando más hacia delante y más pausado. Aunque no veo casi nada al menos tengo la sensación de entrar en ritmo. Supero a alguna gente que van nadando a braza o de espaldas. Siento que tengo fuerzas pero no es mi medio,no estoy cómodo. Confiaré en ellas.. En los últimos metros antes de los obstáculos me entra cierta paz.. se que llegaré pero estoy un poco decepcionado porque pensé que llegaría con más solvencia....en fin, salgo de los diez últimos del agua mientras oigo como la organización y el publico se desgañitan animando a Puri, que viene la ultima... mientras corro hacia la zona de transición ya se que terminaré mi primer triatlon pase lo que pase!

A la salida del agua está Marina esperándome y dándome ánimos...me dirijo a la transición y me la tomo con calma; no quiero echar de menos nada una vez en la bici.


Salgo y empiezo a disfrutar como un loco por el trazado urbano. Voy deprisa y tengo gente a la vista, pero recuerdo que en mi única experiencia de duatlón llegué vacío a la carrera final. Así que decido ir conservando fuerzas y vigilando posibles pinchazos. Entramos en el parque natural de Punta Entinas , un sitio precioso por donde empezamos a cruzarnos con los últimos participantes de la BTT y los primeros del TRAIL, que han salido media hora antes que nosotros. Es una fiesta deportiva: tres competiciones coincidiendo y muy buena organización. Los parajes son variados y hermosos, sin gran desnivel. El trazado está hecho para disfrutar. Pasamos por una zona arenosa en la que hay que echar pie a tierra. Supero a algunos participantes y encuentro a los primeros retirados: un pinchazo y una caída seria. De vuelta ya hacia la segunda transición, un voluntario me equivoca y me hace perder un minuto por una rotonda equivocada. Llego muy bien de fuerzas a la transición, contento de haber sabido reservarme. Recibo una vez más los ánimos de mi gran apoyo, Marina.

Salgo a correr con ganas de comerme el mundo y me siento fuerte para afrontar la parte más dura del trazado: 14 kms de carrera a pie, de los cuales 7 transcurren por la playa, terreno arenoso e incluso ¡dunas! Chicos, la carrera es preciosa... Veo muy a lo lejos a mis objetivos y pienso que me va a costar Dios y ayuda coger a alguien. Pero la carrera es larga. Me lleva una hora y 24 minutos y poco a poco voy dando caza a participantes. A pesar de ser muy duro esto me llena de moral y llego a meta pletórico anímicamente y vacío físicamente.

Allí están esperándome Marina y mi amigo Pepe Linares. Lo han pasado mal pero les veo orgullosos de mi, lo que me llena muchísimo. Desde ese momento me siento diferente. Me llena haber afrontado una prueba tan completa. Quiero seguir creciendo en este deporte, y dentro de este #Club. Al final...ni MEDUSAS ni PINCHAZOS ;)